Autonomía universitaria
- Pavel Pedraza
- 1 dic 2022
- 2 Min. de lectura
La Universidad Autónoma de Chihuahua está viviendo hechos inéditos, en un año ha tenido cuatro rectores y en ese mismo año, intereses que han vulnerado el desarrollo y estabilidad; en el último caso, es decir, en el amparo que detuvo la toma de protesta del maestro Luis Alfonso Rivera Campos, se violentó la autonomía universitaria mediante argumentos legales carentes de un interés jurídico legítimo por parte de quien promovió el mismo amparo. Analizando el Artículo 3, Fracción VII de la Constitución de la República, podemos advertir que la autonomía de las universidades públicas confiere a las mismas la facultad de autoformación y autogobierno, acotada constitucionalmente para determinar sus planes, programas de estudio, fijar términos de ingreso, promoción y permanencia del personal académico; asimismo la forma de administración de su patrimonio. En tal virtud, el amparo que se promovió debió resultar improcedente, ya que se dirigió a un acto que nace de la autonomía universitaria, como lo es el nombramiento de rector; no se trata de un acto donde existe la relación de supra a subordinación, ni siquiera en la facultad de imperio del Estado que pueda causar perjuicio a un particular; ahora bien, la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Chihuahua señala que la elección de rector podrá impugnarse por los integrantes del consejo universitario que representen cuando menos la tercera parte de sus integrantes; hay un plazo de 8 días para realizarlo y una vez realizado serán las dos terceras partes del consejo universitario quienes declaren la nulidad de la elección; que en el caso que nos ocupa no sucedió de esa manera, violentándose el principio de definitividad, por lo que debió decretarse el sobreseimiento del amparo promovido.
Hay una mano que mece la cuna, tal vez varias, de eso no tengo duda; pero ya la Suprema Corte de Justicia de la Nación señaló que es improcedente el juicio de amparo contra actos derivados del ejercicio de su autonomía, como es el caso del nombramiento de rector; por ello, es preciso recordar alguna expresión de don Artemio Iglesias Miramontes… “hay que estar preparado para ser, para no ser y para dejar de ser”… pareciera que hay quienes no han asumido esta máxima, sobre todo la última parte: “dejar de ser”.
Estoy convencido que será un momento que, aunque parece difícil, representará un área de oportunidad para el relanzamiento de nuestra Universidad; la transición será coordinada por un profesional, disciplinado, mesurado y prudente como es el Doctor en Derecho Heliodoro Araiza Reyes; el equipo de la unidad central tiene conocimiento, capacidad, talento y entrega decidida para que la certidumbre impere en nuestra máxima casa de estudios. Estos hechos, sin lugar a dudas, nos deben llamar a los universitarios a defender la autonomía de nuestra alma máter, un principio que si se vulnera pone en riesgo a todas las universidades públicas del país; no es cosa menor que estemos dispuestos a cerrar filas en beneficio de la UACh, eso nos reclama el momento a todos.
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